La magia del Encuentro tuvo su noche de cierre en el teatro de Empleados de Comercio. Palo Blanco mostró obra inédita del Cuchi Leguizamón, Voces Argentinas ratificó la vigencia de los grupos vocales y José Luis Serrano trajo su mensaje y el de Doña Jovita.

El dúo Palo Blanco trajo al Encuentro un contenido sumamente valioso: obra inédita del Cuchi Leguizamón. El material formó parte de una tesis que Roberto Almeyda, quien también forma parte de la propuesta como guitarrista, preparó para un trabajo en la Universidad de San Martín. Cuchi inédito y recóndito es un proyecto que fue posible gracias a la relación personal de amistad del guitarrista con Delfín, uno de los hijos del Cuchi, que, al igual que los otros hijos del creador salteño, atesora y protege esa importante obra.

Con la impronta creativa del Cuchi, el dúo integrado por Guadalupe González Táboas y Laura Princic versionó en el inicio Amores de la vendimia, zamba con letra de Manuel J. Castilla y La ida y vuelta, chacarera que tiene letra y música del Cuchi, tema que fue acompañado por bombo y palmas. Guadalupe destacó luego al Cuchi en su faceta como poeta, además de músico y compositor.

De esas obras casi desconocidas del Cuchi, Palo Blanco también cantó la guarania Lejos y la Zamba del último carpero (letra de César Perdiguero), con estilo carpero y también acompañada con palmas.

Antes de Panza verde, zamba con letra de Jaime Dávalos, Almeyda contó la historia que generó la canción. La letra refiere al cacique wichi llamado «Panza verde» por las marcas en la ropa producidas por la hoja de coca que consumía. A la comunidad que dirigía le arrebataron las tierras, el cacique fue a reclamarlas y allí fue asesinado. El Cuchi Leguizamón era su abogado patrocinante en esa disputa legal. “No te preocupes Cuchi, vamos a hacer una zamba y a esa no la van a poder matar”, le dijo Jaime Dávalos.

Con un atractivo ensamble de voces, Palo Blanco logró los colores justos para la obra de Leguizamón, con estilo cercano al Dúo Salteño y ofreciendo un invalorable aporte a la continuidad de la difusión de esa importante obra, aún por descubrir en su totalidad.

Propuestas de grupos vocales no faltaron en esta edición del Encuentro. El proyecto Voces Argentinas, apunta a continuar la historia de este formato con el quinteto integrado por Nilda Godoy (soprano), Ana Suñé (contralto), Mauro Bertotti (tenor), Martín Sosa (barítono, arreglos y coordinación general) y Alejandro «Jandi» Molina (bajo).

Coplas malditas, chacarera de Mario Hugo Sosa, hermano de Martín y Vidalero, zamba/vidala de Juan Quintero, fueron las elegidas para el comienzo. “Nos conocemos hace mucho, pero no tenemos historia como grupo. Nos han juntado el azar y la casualidad”, dijo Sosa en el saludo.

“De un imprescindible que tuvo mucho que ver con este Encuentro”, refirió Sosa presentando La casi trunca y rescatando la figura de Raúl Carnota. “Quienes transitamos las aulas vemos como a diario se vulneran los derechos de los niños, por eso quisimos incluir una canción para ellos”, expresó Sosa en el anuncio de la versión de Hay secretos, el tema de Ruth Hillar (Canticuénticos). En la interpretación de la canción de “los nuevos Beatles de los chicos” (Sosa dixit), Nilda Godoy bagualeó y tocó la caja.

Para la zamba El otro camino (Carnota) , Sosa invitó a Myriam Cubelos, Juancho Perone y Jorge Fandermole, quienes también estuvieron como invitados en el disco del grupo. “Tres tremendos artistas que amamos mucho”, resaltó. Luego del tema, el arreglador e ideólogo del grupo presentó a los integrantes y destacó la pertenencia de Ana Suñé al movimiento Mujer trova, la labor docente de Nilda Godoy y el trabajo de “moldeado” de Ale Molina. Se despidieron con Amor cuyano, cueca de la mendocina Analía Garcetti, también integrante de Mujer trova.

Vivi Altuzarra leyó el texto de Oscar Simiani Luna de mi río y se compartió nuevamente el video sobre los humedales que está enriquecido por la versión de la Orquesta de Cámara Municipal de Oración del remanso, cuyo autor estuvo presente en la noche (Fandermole).

“Hola, qué lindo que hayan venido, no somos muchos, pero somos fundamentales”, comentó José Luis Serrano. El creador del personaje Doña Jovita ratificó sus convicciones y sus militancias en defensa de la naturaleza, con especial énfasis en el vínculo con la tierra y a denuncia por los desmontes con la consecuente pérdida de árboles nativos.

“En Córdoba daba clases de guitarra con Canción del pinar, me dio un julepe de tenerlo tan cerquita al autor”, bromeó refiriéndose a Fandermole.

Serrano cantó solamente cuatro canciones, pero su presencia fue contundente y nutrida de mensajes. La chacarera Don Altamirano, dedicada al hombre de Los Hornillos fue la primera. “No era demasiado consciente cuando la hice”, comentó al presentarla. También relató la historia que la generó.

Serrano recordó su infancia en Formosa, su adolescencia en Traslasierra y sus estudios de Agronomía, cuestionando luego la búsqueda de productivismo y rendimiento económico. “Antes de hacer Doña Jovita, me deslumbró la cultura de los postergados”, dijo. Medio siglo y algo más también tiene una historia como fundamento, en este caso la de José y Teresa, a quienes les cantó en Mina Clavero cuando los abuelos cumplieron cincuenta y dos años de casados. “Es más larga la explicación que la canción”, volvió a bromear.

Después de rescatar la obra del cura Brochero (“en cuarenta años hizo mucho más que todos”), reflexionó sobre el ecocidio actual intercalando expresiones con la voz de Doña Jovita. Cantó también Cerro vivo, una media zamba aún sin terminar de armar. Pidió tiempo para una canción más y en el cierre le dedicó una zamba a su amigo Juan Falú.

Mientras la conductora en el escenario hacía el cierre con los correspondientes agradecimientos y pedía un aplauso especial para los asistentes voluntarios, flotaba en el ambiente una atmósfera particular, era evidente que algo faltaba mostrar. Así fue que Serrano aprovechó los minutos y se cazó el traje de Doña Jovita para volver a ingresar a escena con su popular personaje y finalizar con la canción de cuna Agüita sagrada y un sanador texto sobre la esperanza.

El Encuentro cumplió los objetivos. Esta edición tuvo a 23 artistas en escena durante seis noches en distintas salas de la ciudad, además de los 14 talleres dictados en el CC Fontanarrosa. Se ratificaron los postulados y siguió consolidando este importante espacio para las estéticas musicales que aportan a la continuidad del desarrollo de la música popular argentina. Rumbo a la especial edición por los 20 años del evento, habrá numerosos motivos para celebrarlo.